Imagen: Alberto Montt en dosis diarias
La Real Academia Española define el optimismo como la propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable. Algunas personas son naturalmente optimistas y otras realizan un esfuerzo cotidiano para tener una actitud positiva.
Sostener una actitud optimista puede modular nuestro estado de ánimo más allá de las circunstancias que nos toquen vivir. Por lo tanto, la forma en la que miramos la vida es esencial.
Mirar lo que nos pasa desde un enfoque positivo nos da la posibilidad de sobrevivir y crecer en contextos objetivamente desfavorables. Un ejemplo es el caso de Victor Frankl, quien narra en su libro El Hombre en busca de sentido la vida en los campos de concentración nazis. Frankl afirma que pese a que en los campos de concentración las personas perdían todas sus pertenencias personales había algo que no era posible quitarles: la elección de la actitud personal ante su realidad.
Otro ejemplo, más cercano en el tiempo y a nuestra realidad, es el caso de Daniel Cerezo. Les recomiendo ver su charla en TED Rio de la Plata. Daniel narra cómo fue cambiando su vida, su visión del mundo y de sí mismo desde que empezó a tomar clases de música en un centro cultural de la villa en la que vivía con su familia hasta el día de hoy. En el proceso de cambio fue profesor de música, dirigió un Centro Cultural, dio talleres para presos en una cárcel, fue gerente de Recursos Humanos y gerente de Felicidad y Cultura en Paez, la empresa de alpargatas. Hoy tiene su propia consultora, Creer Hacer.
Sin embargo, el título de este post es Optimismo extremo, ese optimismo que en lugar de permitirnos ver el aspecto más favorable de las cosas nos ciega frente a las dificultades. ¿A qué me refiero? A que un poco de pensamiento negativo nos permite estar alerta frente a la aparición de posibles dificultades, y por lo tanto, ser prudentes.
Muchos ejemplos de exceso de optimismo están relacionados con la seguridad y son ejemplos de exceso confianza por evaluar mal los riesgos de una situación. Por ejemplo, una persona que trabaja en una obra en construcción sin la protección adecuada porque cree que tiene pocas posibilidades de tener un accidente, alguien que anda en moto sin usar casco porque confía en su suerte y alguien que cruza por la calle por la mitad de la cuadra porque espera que los automovilistas estén atentos y frenen al verlo cruzar. En este punto, una visión excesivamente optimista podría ser tan perjudicial como una demasiado negativa.
El optimismo extremo es aquel que no se basa en la realidad, y puede convertirse en un grave problema si actuamos sin tener en cuenta los peligros que enfrentamos. Tener una actitud optimista en situaciones difíciles de nuestra vida nos permite atravesar esos momentos de una mejor manera. Pero para poder aprender algo de esas situaciones y trasladar esos aprendizajes al resto de nuestra vida es necesario que seamos optimistas después de conocer las dificultades a las que nos enfrentamos y evaluar los riesgos que corremos.
El optimismo extremo es aquel que no se basa en la realidad, y puede convertirse en un grave problema si actuamos sin tener en cuenta los peligros que enfrentamos. Tener una actitud optimista en situaciones difíciles de nuestra vida nos permite atravesar esos momentos de una mejor manera. Pero para poder aprender algo de esas situaciones y trasladar esos aprendizajes al resto de nuestra vida es necesario que seamos optimistas después de conocer las dificultades a las que nos enfrentamos y evaluar los riesgos que corremos.
Muy buen desarrollo del tema! Gracias!
ResponderEliminarUn enfoque muy interesante y enriquecedor!
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