lunes, 9 de marzo de 2015

La llave de la felicidad





 Seguramente se sentirán identificados con lo que voy a contarles. Muchas veces deseamos algo y creemos que si lo tuviésemos seríamos más felices: un auto, una pareja, una casa más grande, un nuevo trabajo, un aumento de sueldo, etc. Cuando finalmente alcanzamos eso tan deseado estamos felices y disfrutamos el logro: nos encanta nuestro auto, hacemos mil planes para compartir con nuestra pareja, nos sentimos cómodos en la nueva casa (¡Por fin!), el nuevo trabajo es un desafío estimulante y con el aumento de sueldo nos sentimos reconocidos y nos permite reorganizar nuestras finanzas.

Al cabo de un tiempo, sin embargo, esa felicidad se desvanece y vemos que el auto, nuestra pareja, la casa nueva, el trabajo y el aumento de sueldo ya no nos satisfacen como antes. Tratar de ser felices cambiando las circunstancias de nuestra vida no sirve a largo plazo. ¿Por qué ocurre esto? La culpable es aquello que los psicólogos llamamos adaptación hedonista.
 
El ser humano se adapta fácilmente a los cambios sensoriales. Por ejemplo, yo antes vivía en un barrio muy tranquilo. Cada día a las 7:00 de la mañana escuchaba que tocaban bocina cuando venían a buscar al hijo de mi vecino para ir al colegio. ¡Era tan irritante! Esa bocina era uno de los primeros sonidos que escuchaba al despertarme. Ahora vivo sobre una avenida muy concurrida, todos los días pasan ambulancias con la sirena prendida, circulan varias líneas colectivos y los automovilistas tocan bocina como si eso fuera a hacer que el semáforo cambiara más rápido de color. La verdad es que a todos esos sonidos dejé de escucharlos el primer día de la mudanza, pasaron a ser un “ruido de fondo” cotidiano. Cuando regresé de vacaciones volví a escuchar el ruido de mi cuadra: la adaptación había desaparecido al alejarme de esos sonidos y yo me desacostumbré a ellos.  No pasó mucho tiempo hasta que el ruido de la calle volvió a ser “ruido de fondo”.

La adaptación hedonista sucede tanto con las cosas buenas como con las cosas malas que nos pasan. Nos amoldamos a ellas y tras un período de acostumbramiento, experimentamos un desplazamiento de la “normalidad”. Esto es sorprendente, y al saberlo, podemos aprovecharlo en nuestra vida cotidiana para sentir mayor bienestar. 

Tal vez parezca raro que podamos ser más felices si nos acostumbramos a las cosas que nos pasan, sin embargo, este es el lado bueno de la adaptación hedonista. El secreto para aumentar nuestra felicidad es realizar cotidianamente las cosas que disfrutamos, por más pequeñas que parezcan: tomar un rico café, estar un rato al sol, darnos un baño de inmersión, visitar a un amigo, etc. Sumar a la vida diaria pequeñas actividades que nos brinden placer nos sirve para sentir un mayor bienestar sin llegar a acostumbrarnos a eso. Como decía al principio, cambiar las circunstancias de nuestra vida no nos hace más felices a largo plazo, pero disfrutar de lo cotidiano sí nos permite sentir un  mayor bienestar.

1 comentario:

  1. Hola Malena! Tu cuñada Fer ,mi amiga,me sugirió visitar tu blog.Realmente es muy interesante y clara la explicación sobre la adaptación hedonista.Qué bueno que exista esta adaptación....de lo contrario quedaríamos inmersos en lo negativo que nos rodea.Y es verdad...me sentí identificada.Tus artículos pueden ayudar a mucha gente.Felicitaciones!

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