jueves, 12 de marzo de 2015

Cuidados familiares




Imagen: Pinterest

No es novedad que la relación entre padres e hijos cambia a lo largo de la vida, hoy les propongo pensar ese vínculo desde los cuidados y la atención. Cuando los hijos nacen y mientras son pequeños son protegidos por sus padres, los cuidados que los padres dan a sus hijos son vividos y percibidos por ambos como normales y necesarios y es gracias al sostén económico, psicológico y espiritual que brindan los adultos que los niños pueden crecer y desarrollarse. En todas las culturas los padres deben cuidar de sus hijos, incluso la falta de cuidado está penada por la Ley. 

A medida que van creciendo, los hijos necesitan cada vez menos esos cuidados. Podemos decir que prueban sus alas: viajan, se mudan, forman pareja, consiguen trabajo, etc. En una etapa de la vida padres e hijos son adultos independientes. Generalmente es un período de reencuentro y la relación entre ellos mejora porque las tensiones y discusiones de la adolescencia quedaron atrás. Un cambio importante que aparece en esta etapa es el nacimiento de los nietos, que genera una nueva dinámica familiar. 

Con el envejecimiento de los padres, la familia se encuentra con una nueva realidad: los mayores comienzan a tener problemas de salud y paulatinamente empiezan a depender de sus hijos. En este momento se invierte la relación de cuidador-cuidado y es frecuente que aparezcan tensiones familiares. Los hijos suelen sentir la presión de atender a dos generaciones a la vez: brindar a sus padres la ayuda que  necesitan mientras sus hijos todavía necesitan ser cuidados.

Al cansancio, el enojo que produce la nueva realidad y la frustración que genera el cambio en la vida cotidiana, se suma un duelo: los padres que habían sido modelo de identificación ahora están declinando. En el medio de este proceso es importante tener en cuenta que nuestros hijos nos miran, ahora somos nosotros modelos de identificación, y la forma en que cuidemos y atendamos a sus abuelos se convertirá en modelo de cuidado para ellos.

Como sociedad deberíamos pensar que en futuro el cuidado de los ancianos será más complejo, porque los cambios sociales dificultan que los hijos puedan ocupar el rol de cuidador. En primer lugar porque la tendencia a tener menos hijos producirá que cuando los padres envejezcan los hijos tendrán menos hermanos (o ninguno) para compartir la responsabilidad por el cuidado de los padres. En segundo lugar, porque quienes asumen el rol de cuidador de los adultos mayores suelen ser las mujeres de la familia, al ser cada vez mayor el número de mujeres trabajadoras, cuando los padres necesiten ser cuidados, las hijas deberán optar por dejar de trabajar, contratar a alguien, o llevar a sus padres a un residencia o institución gerontológica. Ninguna de estas opciones es buena o mala en sí misma, cada familia deberá pensar cuál es la que mejor se adapta a su realidad y a sus creencias.

La atención que los hijos deben a sus padres se encuentra legislada en el nuevo Código Civil y Comercial, que en el Artículo 671 señala que los hijos deben “prestar a los progenitores colaboración propia de su edad y desarrollo y cuidar de ellos u otros ascendientes en todas las circunstancias de la vida en que su ayuda sea necesaria”. Sin embargo, cuando el cuidado se brinda desde el afecto y no desde deber, la relación entre padres e hijos es más satisfactoria y ambos se sienten mejor en sus nuevos roles.



 Imagen: Pinterest 
Agradezco al Dr. Roberto Saba y a la Dra. Natalia De La Torre por el asesoramiento del sobre legislación.

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