jueves, 8 de octubre de 2015

Nota en la revista Para Teens sobre autoestima


Mi colaboración en una nota de Paola Florio sobre cómo influye la autoestima en la forma en que nos mostramos a los demás.

viernes, 8 de mayo de 2015

Vitalidad

Les dejo dos notas del Diario Clarín de hoy que vale la pena leer. Son dos historias de vida de mujeres vitales, apasionadas y tenaces.
La primera es la historia de Enriqueta Duarte, una campeona de natación de 86 años que fue la primera mujer en cruzar a nado el lago Nahuel Huapi.
Pueden leer la nota Haciendo click ACA


La segunda es la nota que le hicieron a Alice Ferreyra, una mujer de 87 años que se dedica a ayudar a adictos a las drogas a través de los talleres literarios que dicta con la fundación El Candil.
Pueden leer la nota Haciendo click ACA




jueves, 16 de abril de 2015

Hablemos de Autismo


El 2 de abril es el Día Mundial de la Concientización sobre el Autismo, por este motivo a lo largo de todo el mes se realizan muchas actividades para brindar información que favorezca el diagnóstico y tratamiento temprano de estos trastornos. Decidimos sumarnos a esta iniciativa.

Se conoce por Autismo a todos los Trastornos del Espectro Autista (TEA). Quienes padecen estos trastornos del neurodesarrollo presentan tres características principales: dificultades en la comunicación verbal y no verbal, dificultades en la interacción social y patrones repetitivos de comportamientos, intereses y actividades. Los síntomas pueden variar entre los pacientes, presentándose de muy leves a severos.

La mayoría de los chicos con Trastornos del Espectro Autista reciben su diagnóstico alrededor de los 4 años de edad, pese a que los síntomas suelen estar presentes desde los primeros meses de vida. Muchos padres advierten los primeros síntomas de autismo antes de que su hijo cumpla un año, y estos suelen ser más notorios a partir del año y medio.

Si bien los TEA no tienen cura, los resultados de los tratamientos son mejores cuando se empieza a trabajar de manera temprana. A continuación algunas señales de autismo:

Señales de autismo en bebés (menos de 12 meses):

  • No siempre reacciona a los sonidos. A veces parece escuchar bien y otras no responde cuando lo llaman por su nombre o no se sorprende con un ruido fuerte.
  • No hace gestos para comunicarse (como levantar los brazos cuando quiere que le hagan upa, decir chau con la mano o señalar con el dedo).
  • No le gusta que lo toquen o lo abracen.
  • No mantiene contacto visual y/o no sonríe a las personas
  • No se observan señales de desarrollo del habla, como balbuceos “pa pa pa, ma ma ma”, etc.

Señales de autismo en chicos (a partir de los 12 meses):

  • Pierde habilidades verbales o sociales que tenía (Por ejemplo, deja de balbucear o hablar).
  • A los 16 meses no dice palabras sueltas o a los 24 meses no dice frases de dos palabras como “mamá agua”.
  • Tiene retrasos en el lenguaje o no habla. Repite las mismas palabras u oraciones muchas veces o repite las preguntas que se le hacen en lugar de responderlas.
  • Se aísla de los demás y parece “vivir en su propio mundo”.
  • Tiene problemas de conducta. Es muy rebelde, impulsivo o demasiado activo.
  • Se enfoca completamente en solo tema a la vez, o en un único objeto, o en una parte en particular de ese objeto (Por ejemplo, no juega con los autos sino que los da vuelta y hace rodar las ruedas, o los acomoda en series ordenadas de determinada manera).
  • No logra desarrollar relaciones con otros chicos (No comparte sus juguetes, no espera su turno, tiene dificultades para interactuar con los demás y para expresar sus sentimientos)
  • No hace juegos imaginarios o juegos de imitación (Por ejemplo, imitar un animal o jugar a hacer dormir a una muñeca).
  • Tiene un comportamiento rígido, se altera con los cambios de rutina aunque sean mínimos.
  • Hace movimientos repetitivos (Sacude las manos, los pies o los dedos, se balancea o gira).
Frente a alguna de estas señales es importante consultar con el pediatra quien podrá despejar las dudas y los miedos de los papás o solicitar una evaluación más profunda.
Para quienes quieran profundizar el tema les recomiendo la página de la Asociación Argentina de Padres de Autistas (A.PA.de.A) quienes investigan, brindan asesoramiento y capacitación a profesionales y padres, y ofrecen tratamiento a personas con autismo A.PA.de.A


Además, en la Fundación INECO abril es el mes del autismo, por lo que programaron una amplia oferta de charlas y talleres abiertos a la comunidad, y workshops para profesionales. Para conocerlos entren en  Mes del Autismo en INECO

miércoles, 1 de abril de 2015

Abuelos y nietos




Al empezar a escribir sobre abuelos y nietos pensé en todos los apodos cariñosos con los que escuché nombrar a los abuelos: abu, abue, nona, nono, iaia, bobe, zeide, tata, yaya, yayo, oma, lala, lolo. Estos sobrenombres suelen extenderse y ser usados por el resto de la familia y los amigos los nietos. A mi abuela le decíamos Baba, pero hoy ya es Bisa, porque tiene cuatro bisnietos. Si alguien llamaba de otra manera a sus abuelos puede dejar el apodo en los comentarios para que lo agreguemos a la lista.

El vínculo entre abuelos y nietos es único y enriquecedor para ambos. Muchos chicos disfrutan estar con sus abuelos porque junto a ellos los límites son más flexibles que con sus padres, o porque con los abuelos hacen cosas distintas y divertidas, como pasear, comer golosinas, viajar o compartir un hobbie. Los nietos que comparten este tipo de actividades con sus abuelos sienten que éstos son personas cariñosas y divertidas, que disfrutan pasar tiempo con ellos. Y a la mayoría de los abuelos les encanta estar con sus nietos y suelen disfrutar de algunas cosas que no pudieron disfrutar mientras estaban preocupados por criar a sus hijos.

Los hijos que pueden contar con sus padres para criar a los nietos se sienten acompañados en esta tarea. Para muchos padres los abuelos son un apoyo y una ayuda práctica. Si bien los abuelos de hoy en día están mucho más ocupados, suelen tener tiempo libre para poder cuidar de sus nietos, retirarlos del colegio y llevarlos a las actividades extraescolares. Por diferentes razones muchos chicos pasan habitualmente varias horas a la semana con sus abuelos mientras sus padres trabajan. Atentos a esta nueva realidad ya se ofrecen cursos para abuelos y nietos que poco a poco va sumando propuestas, por ejemplo, clases de música y de natación. Algunos abuelos aprenden a usar la computadora o tienen un perfil de Facebook para estar más cerca de sus nietos.

Si los abuelos van a cuidar a sus nietos, lo ideal es que padres y abuelos tengan una buena relación y que ambos respeten las costumbres y rutinas del otro. Muchas personas creen que el papel de los abuelos es “malcriar” a los nietos. Es importante que los permisos que puedan dar los abuelos a los chicos no contradigan las pautas de crianza de las mamás y los papás.

Los abuelos, además, juegan un rol fundamental en la construcción de la identidad al  transmitir la historia familiar y sus tradiciones. Las abuelas y abuelos que enseñan recetas familiares, los juegos que jugaban en su infancia, muestran fotos, cuentan anécdotas y comparten recuerdos lo que hacen es compartir un conocimiento que pasa de generación en generación, a partir del cual los chicos aprenden cosas que pasaron antes de su nacimiento y pueden construir su propia historia.  

Aprovechemos el fin de semana largo para pasar algo de tiempo con nuestros abuelos, si los tenemos, y armemos algún plan para que nuestros hijos puedan disfrutan con los suyos un tiempo con más calesita, plaza, golosinas y sobre todo, muchos mimos.

jueves, 26 de marzo de 2015

Optimismo cegador





La Real Academia Española define el optimismo como la propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable. Algunas personas son naturalmente optimistas y otras realizan un esfuerzo cotidiano para tener una actitud positiva.

Sostener una actitud optimista puede modular nuestro estado de ánimo más allá de las circunstancias que nos toquen vivir. Por lo tanto, la forma en la que miramos la vida es esencial.
 
Mirar lo que nos pasa desde un enfoque positivo nos da la posibilidad de sobrevivir y crecer en contextos objetivamente desfavorables. Un ejemplo es el caso de Victor Frankl, quien narra en su libro El Hombre en busca de sentido la vida en los campos de concentración nazis. Frankl afirma que pese a que en los campos de concentración las personas perdían todas sus pertenencias personales había algo que no era posible quitarles: la elección de la actitud personal ante su realidad.
 
Otro ejemplo, más cercano en el tiempo y a nuestra realidad, es el caso de Daniel Cerezo. Les recomiendo ver su charla en TED Rio de la Plata. Daniel narra cómo fue cambiando su vida, su visión del mundo y de sí mismo desde que empezó a tomar clases de música en un centro cultural de la villa en la que vivía con su familia hasta el día de hoy. En el proceso de cambio fue profesor de música, dirigió un Centro Cultural, dio talleres para presos en una cárcel, fue gerente de Recursos Humanos y gerente de Felicidad y Cultura en Paez, la empresa de alpargatas. Hoy tiene su propia consultora, Creer Hacer.



Sin embargo, el título de este post es Optimismo extremo, ese optimismo que en lugar de permitirnos ver el aspecto más favorable de las cosas nos ciega frente a las dificultades. ¿A qué me refiero? A que un poco de pensamiento negativo nos permite estar alerta frente a la aparición de posibles dificultades, y por lo tanto, ser prudentes.
 
Muchos ejemplos de exceso de optimismo están relacionados con la seguridad y son ejemplos de exceso confianza por evaluar mal los riesgos de una situación. Por ejemplo, una persona que trabaja en una obra en construcción sin la protección adecuada porque cree que tiene pocas posibilidades de tener un accidente, alguien que anda en moto sin usar casco porque confía en su suerte y alguien que cruza por la calle por la mitad de la cuadra porque espera que los automovilistas estén atentos y frenen al verlo cruzar. En este punto, una visión excesivamente optimista podría ser tan perjudicial como una demasiado negativa.

El optimismo extremo es aquel que no se basa en la realidad, y puede convertirse en un grave problema si actuamos sin tener en cuenta los peligros que enfrentamos. Tener una actitud optimista en situaciones difíciles de nuestra vida nos permite atravesar esos momentos de una mejor manera. Pero para poder aprender algo de esas situaciones y trasladar esos aprendizajes al resto de nuestra vida es necesario que seamos optimistas después de conocer las dificultades a las que nos enfrentamos y evaluar los riesgos que corremos.

jueves, 12 de marzo de 2015

Cuidados familiares




Imagen: Pinterest

No es novedad que la relación entre padres e hijos cambia a lo largo de la vida, hoy les propongo pensar ese vínculo desde los cuidados y la atención. Cuando los hijos nacen y mientras son pequeños son protegidos por sus padres, los cuidados que los padres dan a sus hijos son vividos y percibidos por ambos como normales y necesarios y es gracias al sostén económico, psicológico y espiritual que brindan los adultos que los niños pueden crecer y desarrollarse. En todas las culturas los padres deben cuidar de sus hijos, incluso la falta de cuidado está penada por la Ley. 

A medida que van creciendo, los hijos necesitan cada vez menos esos cuidados. Podemos decir que prueban sus alas: viajan, se mudan, forman pareja, consiguen trabajo, etc. En una etapa de la vida padres e hijos son adultos independientes. Generalmente es un período de reencuentro y la relación entre ellos mejora porque las tensiones y discusiones de la adolescencia quedaron atrás. Un cambio importante que aparece en esta etapa es el nacimiento de los nietos, que genera una nueva dinámica familiar. 

Con el envejecimiento de los padres, la familia se encuentra con una nueva realidad: los mayores comienzan a tener problemas de salud y paulatinamente empiezan a depender de sus hijos. En este momento se invierte la relación de cuidador-cuidado y es frecuente que aparezcan tensiones familiares. Los hijos suelen sentir la presión de atender a dos generaciones a la vez: brindar a sus padres la ayuda que  necesitan mientras sus hijos todavía necesitan ser cuidados.

Al cansancio, el enojo que produce la nueva realidad y la frustración que genera el cambio en la vida cotidiana, se suma un duelo: los padres que habían sido modelo de identificación ahora están declinando. En el medio de este proceso es importante tener en cuenta que nuestros hijos nos miran, ahora somos nosotros modelos de identificación, y la forma en que cuidemos y atendamos a sus abuelos se convertirá en modelo de cuidado para ellos.

Como sociedad deberíamos pensar que en futuro el cuidado de los ancianos será más complejo, porque los cambios sociales dificultan que los hijos puedan ocupar el rol de cuidador. En primer lugar porque la tendencia a tener menos hijos producirá que cuando los padres envejezcan los hijos tendrán menos hermanos (o ninguno) para compartir la responsabilidad por el cuidado de los padres. En segundo lugar, porque quienes asumen el rol de cuidador de los adultos mayores suelen ser las mujeres de la familia, al ser cada vez mayor el número de mujeres trabajadoras, cuando los padres necesiten ser cuidados, las hijas deberán optar por dejar de trabajar, contratar a alguien, o llevar a sus padres a un residencia o institución gerontológica. Ninguna de estas opciones es buena o mala en sí misma, cada familia deberá pensar cuál es la que mejor se adapta a su realidad y a sus creencias.

La atención que los hijos deben a sus padres se encuentra legislada en el nuevo Código Civil y Comercial, que en el Artículo 671 señala que los hijos deben “prestar a los progenitores colaboración propia de su edad y desarrollo y cuidar de ellos u otros ascendientes en todas las circunstancias de la vida en que su ayuda sea necesaria”. Sin embargo, cuando el cuidado se brinda desde el afecto y no desde deber, la relación entre padres e hijos es más satisfactoria y ambos se sienten mejor en sus nuevos roles.



 Imagen: Pinterest 
Agradezco al Dr. Roberto Saba y a la Dra. Natalia De La Torre por el asesoramiento del sobre legislación.

lunes, 9 de marzo de 2015

La llave de la felicidad





 Seguramente se sentirán identificados con lo que voy a contarles. Muchas veces deseamos algo y creemos que si lo tuviésemos seríamos más felices: un auto, una pareja, una casa más grande, un nuevo trabajo, un aumento de sueldo, etc. Cuando finalmente alcanzamos eso tan deseado estamos felices y disfrutamos el logro: nos encanta nuestro auto, hacemos mil planes para compartir con nuestra pareja, nos sentimos cómodos en la nueva casa (¡Por fin!), el nuevo trabajo es un desafío estimulante y con el aumento de sueldo nos sentimos reconocidos y nos permite reorganizar nuestras finanzas.

Al cabo de un tiempo, sin embargo, esa felicidad se desvanece y vemos que el auto, nuestra pareja, la casa nueva, el trabajo y el aumento de sueldo ya no nos satisfacen como antes. Tratar de ser felices cambiando las circunstancias de nuestra vida no sirve a largo plazo. ¿Por qué ocurre esto? La culpable es aquello que los psicólogos llamamos adaptación hedonista.
 
El ser humano se adapta fácilmente a los cambios sensoriales. Por ejemplo, yo antes vivía en un barrio muy tranquilo. Cada día a las 7:00 de la mañana escuchaba que tocaban bocina cuando venían a buscar al hijo de mi vecino para ir al colegio. ¡Era tan irritante! Esa bocina era uno de los primeros sonidos que escuchaba al despertarme. Ahora vivo sobre una avenida muy concurrida, todos los días pasan ambulancias con la sirena prendida, circulan varias líneas colectivos y los automovilistas tocan bocina como si eso fuera a hacer que el semáforo cambiara más rápido de color. La verdad es que a todos esos sonidos dejé de escucharlos el primer día de la mudanza, pasaron a ser un “ruido de fondo” cotidiano. Cuando regresé de vacaciones volví a escuchar el ruido de mi cuadra: la adaptación había desaparecido al alejarme de esos sonidos y yo me desacostumbré a ellos.  No pasó mucho tiempo hasta que el ruido de la calle volvió a ser “ruido de fondo”.

La adaptación hedonista sucede tanto con las cosas buenas como con las cosas malas que nos pasan. Nos amoldamos a ellas y tras un período de acostumbramiento, experimentamos un desplazamiento de la “normalidad”. Esto es sorprendente, y al saberlo, podemos aprovecharlo en nuestra vida cotidiana para sentir mayor bienestar. 

Tal vez parezca raro que podamos ser más felices si nos acostumbramos a las cosas que nos pasan, sin embargo, este es el lado bueno de la adaptación hedonista. El secreto para aumentar nuestra felicidad es realizar cotidianamente las cosas que disfrutamos, por más pequeñas que parezcan: tomar un rico café, estar un rato al sol, darnos un baño de inmersión, visitar a un amigo, etc. Sumar a la vida diaria pequeñas actividades que nos brinden placer nos sirve para sentir un mayor bienestar sin llegar a acostumbrarnos a eso. Como decía al principio, cambiar las circunstancias de nuestra vida no nos hace más felices a largo plazo, pero disfrutar de lo cotidiano sí nos permite sentir un  mayor bienestar.